Sorpresa

Se trata más bien de una imagen corporal. No tiene una connotación positiva ni negativa, ya que se puede transformar en cualquier otra emoción universal, podemos pasar de la sorpresa a una felicidad absoluta o una sorpresa nos puede dejar hundidos.

Todos los seres humanos cualquiera sea su condición nos vemos sorprendidos por una circunstancia de la vida, los niños expresan esta emoción con total naturalidad, en los adultos aprendemos a fingirla ya que sabemos que muchas veces se espera de nosotros esa emoción. Con un regalo por ejemplo.

Se traducen en frente subida, boca abierta, el cuerpo reacciona hacia delante o detrás de su eje.

Una característica evolutiva que nos advierte de un cambio en nuestra realidad, debemos descargar el cerebro de todo actividad para prestar plena atención a aquello que nos sorprende.

Curiosidades de la sorpresa.

En japón la pueden confundir con el miedo.
Nos ralentiza el corazón.
Varía nuestros tonos vocales. Nos sale una voz distinta a la normal.
Puede ser muy placentera, sobre todo la sorpresa que se activa por los logros ajenos.
La sorpresa deportiva provoca una catarsis en sus seguidores.

Ejercicio.

Para poder trabajar esta emoción es necesario un factor externo ajeno a nuestro control. Ya que la sorpresa se activa por una acción inesperada. No planificada.

Sin embargo para poder trabajarla con nosotros mismo vamos a hacer uso del espejo.
Con los ojos cerrados adquirimos con el rostro una mueca que para nosotros represente la expresión de sorpresa. Luego abrimos los ojos y observamos cual es nuestra posición. Podemos incluir manos y el resto del cuerpo. El efecto es crear “imágenes estáticas” de lo que es para nosotros la sorpresa.

Una vez que dominemos el juego físico, intentamos reducirlo poco a poco, para ir haciéndolo cada vez más pequeño, hasta reducirlo a la mínima expresión. Lo podemos hacer siguiendo un esquema.
Las 3 primeras grandes.
Las 2 siguientes medianas.
Y acabamos con 3 pequeñas.